quarta-feira, 31 de agosto de 2011

LENDO OS GRANDES POETAS




El condenado


Aprovecho mi tiempo descifrando las manchas
de la pared, visión de abortada pintura:
bocas que ven, narices que muerden, sensaciones
vivas bajo la cal, llagas abiertas.

¿Soy yo mismo estampado en este muro,
con mis grandes heridas,
con mis grandes pasiones partidas de alto a bajo,
mis arrugas, mis costras?

Reconozco mis labios en esos agujeros
por donde entran y salen las arañas.
Reconozco mis grandes defectos reunidos
en un solo sepulcro.

Allí están mis errores: mi olfato sin perfume,
mis ojos como huecos, y mis orejas sordas.
Si no hubiera nacido, no sería culpable,
ni me viera en el muro.

¿Soy un hombre clavado en estos metros
de madera y estuco, amortajado?
¿Mas cómo puedo verme si estoy muerto
debajo de estos signos tumultuosos?

¡Oh movimiento libre de las formas,
vivos monstruos sellados en relación confusa
de color y sabor, y lenguas amputadas
para que hable el misterio!

Cavernas, pensamientos carcomidos,
espejos miserables de la ruina del hombre.
Trinidad de los cielos: aquí el vicio,
y el odio, y el orgullo.

Condenado a pan y agua
por descifrar las manchas de este mundo,
veo correr al hombre desde la madre al polvo,
como asqueroso río de comida caliente
que inunda los jardines, los cementerios, todo,
y arrasa con la vida y con la muerte.



Gonzalo Rojas (Chile 1917/2011)
do Livro Antología del Aire

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